martes, 31 de diciembre de 2013

15 buenos propósitos para el nuevo año


1. Canta en la ducha a grito pelao. Aunque lo hagas fatal. Es más, si lo haces fatal, mola más.
2. Ríete hasta de tu sombra. A carcajadas. ¡Enseña los empastes! ¡Pártete el pecho!
3. Lee. Lee mucho. Todo lo que caiga en tus manos. Lo que sea, pero lee.
4. Contempla. Mira despacito. Un amanecer, un cielo estrellado, un cuadro, un tío/tía bueno.
5. Quiérete mucho mucho. Sé consciente de lo especial que eres. No trates de convertirte en otro, porque por mucho que te esfuerces no lo vas a lograr. Molas mucho siendo como eres.
6. Acércate a la naturaleza y disfruta de ella. Si puedes cuida de un huerto, o al menos de una planta.
7. Disfruta de la comida. Moja pan en la salsa, siempre.
8. No te enfades. Es crudo decirlo pero te enfades o no, va a dar igual, así que mejor estar contento.
9. Se amable. Te enseñaron de pequeño, y fue una labor difícil, no lo estropees ahora. Da las gracias, pide por favor, sonríe, saluda… ¿Te acuerdas?
10. Pasea. Sin hacer carreras. Deja que te lleven tus pies, sin rumbo.
11. Simplifica tu vida, sé natural. Huye de la ostentación, de lo artificial. Aprende de tus abuelos.
12. Baila. En casa, con música a tope y con el mando a distancia como micrófono, o el palo de la escoba como guitarra. 
13. Enseña tu puntito de locura, todos tenemos uno. No te olvides nunca del niño que fuiste. 
14. Sé generoso. Practicando el altruismo produces la misma cantidad de endorfinas que cuando te enamoras. No digo más.
15. Rompe la lista de tus enemigos. Los motivos son evidentes.

¡Feliz año nuevo!

miércoles, 25 de diciembre de 2013

La varita mágica

Este año a Currita le ha dado fuerte por todo lo relacionado con las princesas de los cuentos.
Así que, Papá Noel lo tenía clarísimo: disfraz de Cenicienta al canto, con diadema y varita mágica incluidas. Que ya sé que Cenicienta no tenía varita, que era de su hada madrina, pero la hemos tomado prestada.
También, para contar esta batalla, he de decir que a Currita le gusta no, le fascina el chorizo. Es una pasada, desde que le salió el primer diente es chorizoadicta

Cuando Currita vio su vestido se puso como loca a gritar:
- ¡¡Mira un vestido de pinsesa , y el que yo queriba!! ¡¡Es pesioso!!
Lo siguiente fue el paquete donde estaba la varita mágica, y sus ojos se agrandaron como cuando ves un burro volando. Absolutamente impresionada.
La cogió, se puso de pie torpemente y dijo, mientras la sostenía justo como se sostienen las varitas mágicas:
- Quero convetí algo.
Paquita, (os recuerdo que Currita tiene profunda admiración por ella), la animó a convertir a un oso de peluche en rana, o en príncipe azul o en saltamontes. Pero a ella no le convencía:
-No no, eso no. Me gusta mi oso, dijo muy pensativa.
Y de repente lo tuvo claro:
- Quero choiso.
- ¿Chorizo?, preguntó Paquita sorprendida.
- ¡Si! Quero convetí una sevilleta en choiso.
Flipante. No podíamos parar de reír. Así que sus sueños de hicieron realidad. Mientras Paquita se ocupaba de distraerla, el Currante fue a buscar choiso. Sólo hubo que convencerla para que cerrara los ojos mientras hacía funcionar su varita.
- Sevilleta, yo te conveto en choiso…
¡¡Tachán!! Cuando abrió sus ojitos, tal y como ella ordenó a su varita, la servilleta se había convertido en chorizo.
- Mira…, dijo impresionada.
Esta vez sus ojos se agrandaron tanto como cuando ves una servilleta convertirse en chorizo. Y como dice ella: concolorín concolorado, este cuento se ha acabado.


Feliz Navidad.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Volando con los cachorros

10 horas metido en un avión con los cachorros, os aseguro que no son moco de pavo.
Que aunque la emoción, en los casos en los que vamos a España, te hace llevarlo mejor, hay veces en las que entiendes por qué no se pueden abrir las ventanas del avión: saltabas fijo. Es una prueba de amor fraternal.

El día del viaje, los nervios ya no nos afectan casi, la experiencia ayuda. Pero los preámbulos son un petardo; las esperas, los imprevistos, preparar el equipaje de mano llenito de porsiacasos, pedir un taxi y ¡al aeropuerto!
Por suerte aún no me he enfrentado a este menester sola y el Currante siempre ha estado a mi vera.

Lo primero es deshacernos de las maletas, y suplicar que nos den un buen sitio. El ideal es una fila de 4 para ir juntos, y si puede ser la primera mejor que mejor. Lo normal es que no nos pongan problemas. Casi siempre entienden tu situación y tratan de echarte un cable.

Luego llega el escáner, dónde ya sabes que sospechan desde la escayola de un niño de cuatro años, hasta de los pañales de una niña de dos. 
Currito se desespera por ver los aviones y flipa con los uniformes de los maderos.

La espera hasta el embarque generalmente la pasas cenando y corriendo detrás de ellos, mientras estás pendiente de que no te manguen el equipaje de mano o que no te metan los malos algo chungo dentro de él. Todo normal.

Por fin estamos dentro. Como solemos viajar de noche, en cuanto estamos volando: chupete al canto para Currita y posición horizontal para los dos. Suelen caer rendidos rápido y aguantan así al menos 5 ó 6 horas seguiditas, salvo que te toque un plasta que ronque, o como la última vez, un tío pico pala intentado ligarse a la jovenzuela de al lado. Patético. Que daban ganas de decirle:
- A ver tío, ¿no te das cuenta que estás siendo muy muy pesado? ¡Qué así no liga ni Brad Pitt, coño!
Y luego están los que creen que a los niños se les debe llevar amordazados para que no se muevan, no hablen ni griten. Señor, si yo aguanto sus ronquidos y a veces sus pedos durante mil horas, usted tendrá que aguantarse si mi hijo le da patadas en el asiento; y si no, gane más pasta y vuele usted en primera. ¡Me pone mala! Y que quede claro que una se pasa el vuelo pendiente de que los cachorros sólo den las patadas justas y necesarias, ni una más.

Cuando no vuelas de noche las complicaciones se elevan al infinito. Nunca sabes con qué te pueden sorprender los cachorros… Tal vez Currita se tire la comida encima o decida limpiar a lengüetazos la ventana, cual cachorrillo; o tal vez se escape corriendo en busca de aventuras; o quizá sea Currito quien, mientras la señora de atrás trata de dormir, él se empeñe en hacerse su amigo. También puede ser que a Currita no le guste el baño y decida usar su asiento como alternativa. Uno nunca sabe…


Cuando por fin llegas a tu destino, la sensación y tu aspecto son como si te hubiesen centrifugado y después hubieses corrido una maratón. Puedo parecer exagerada pero os aseguro que queda bastante próximo a la realidad. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Empieza a oler a España

Ya casi lo puedo oler… España… Mi querida España, esta España mía, esta España nuestra… Canciones aparte, no puedo ocultar las ganas que tengo de llegar. ¡No me queda nada!
Me siento como los turrones El Almendro: vuelvo a casa por Navidad.

Siempre he odiado esperar, es algo que llevo fatal, pero reconozco que estos días de espera son diferentes. Todos estamos ilusionados, haciendo planes, los cachorros nerviosos por las funciones del cole, el ambiente navideño, que con niños siempre mola más. Lo malo es que, aunque hace unos días parecía que llegaba el fresquito, ahora ha vuelto un calor de narices muy poco navideño la verdad. Tengo un vecino que ha colgado en su terraza un Papá Noel  en biquini y chanclas, mucho mas propio que abrigado hasta las orejas.

Currito actúa en una función del cole cantando villancicos. Villancicos de los de aquí, claro. Tienen que ir todos con una camiseta roja y, por supuesto, Currito ha elegido para la ocasión, la de la selección española de fútbol. No podía ser otra. Está tan orgulloso de ser español… ¡Angelito!
Lo malo es que prefiere cantar “ande ande ande la Mari morena” que “jingle bells”, dice que es mucho más divertida. Y tiene razón, como los villancicos españoles ninguno. Le ha propuesto a su profe enseñar el villancico a toda la clase para cantarlo en la función. ¿Os imagináis? Una clase en la que él es el único español, cantando con acento gringo: “esta noche es noche buena y mañana Navidad saca la bota María que voy a emborrachar”. Igual hasta me denunciaban por pervertir a las criaturas… ¡Así son estos!


Me muero por ver a mi gente, por pasear por Madrid con el abrigo puesto, por comer jamón, paella de verdad, cocido y la sopita de pescado de mi madre. 
Pero ya casi lo puedo oler…

miércoles, 11 de diciembre de 2013

4 años y un brazo roto

Una mañana en la que Currita y yo marujeábamos por casa, me llamaron del cole de Currito diciéndome que se había caído y que debía ir a buscarle. Les pregunté:
- ¿Pero está bien?
- Si, si, pero mejor ven a buscarle. Se ha hecho daño en un brazo, dijeron.
- De acuerdo, ahora voy.
Ahora voy, no quería decir voy ahora mismo volando. No. Quería decir, termino aquí, y voy. Me han dicho que el niño está bien, así que no me pienso poner nerviosa.
Pasados 10 minutos me llaman de nuevo.
- Que vengas, y que vengas ya. Que tu hijo no para de llorar y además tráete los papeles  del seguro médico.
Cuelgo. Me ataco. Corriendo cojo a Currita y vuelo al cole.
Por el camino me llama el Currante desde el fin del mundo y me dice:
- Me han llamado del cole de Currito, tienes que ir a buscarle.
- Joder que voy de camino, le digo cabreada.
- Parece ser que se ha roto un brazo, me confiesa.
- ¿¿Cómo?? ¡¡Pero si no era nada!!
Pues si era. Fractura de radio.
Nunca entendí porque no me lo dijeron a mi en vez de al Currante, pero ese es otro cantar.

Cuando llegué al cole, le habían entablillado el brazo y el pobre lloraba como un locoAsí que, amablemente les pedí que se quedaran con Currita que yo me iba al hospital.

Al llegar, radiografía al canto. Salita de espera. Un médico nos llama y nos confirma la lesión. Salita de espera. Otro médico, con pinta de ser más importante que el anterior, nos llama de nuevo y nos vuelve a confirmar la lesión. Salita de espera. Un médico más, nos enseña la radiografía. Salita de espera. Vuelve el primer médico para decirnos que le van escayolar. Vale. Currito se ataca. No sabe lo que es que le escayolen, y el pobre ya se imaginaba estilo momia. Salita de espera. El médico importante viene a decirnos que van a proceder a escayolarle. ¿En serio? Salita de espera. Finalmente viene un enfermero y le escayola. No pone mucho cariño pero le deja escoger el color del yeso. Salita de espera. Currito se duerme, y yo aprovecho para acordarme con muy poco cariño de la madre del médico, de su prima y de su tía la del pueblo, eso si, muy muy bajito. Otro médico más, nos dice que tengo que esperar al informe y que mañana hay que llevarle al hospital infantil. ¿Cómo? ¿Y repetir todo esto? Si, claro. A ver que te crees, esto es América.
Escayola naranja butano con motivos en gris.

Cuando por fin llegué al coche, habían pasado 6 horas. Lo juro.
La fractura era gorda, teníamos escayola para seis semanas y cuatro añitos en el cuerpo llenos de nomepiensoestarquietoniunsegundo. Pero como es un santo, se portó como un campeón. Ni una queja en mes y medio.


Y ya puestos a cascar os cuento que la broma fueron 4.600 dólares. Desde entonces, los miembros de esta familia tenemos terminantemente prohibido rompernos huesos en este país. Queda avisado.