martes, 16 de diciembre de 2014

¿No soy de aquí ni soy de allá?

El jueves, o sea pasado mañana nos vamos a España (¡¡¡yiiiihhaaaaaa!!!), y me doy cuenta de la de veces que he escrito sobre lo mismo en este blog. Cada vez que he ido, he dedicado una entrada.
Contamos los días desde hace semanas: tic tac, tic tac, tic tac… Y eso que esta época es “demasiado” entretenida. Os cuento:
Ayer fue el cumpleaños del Currante y hoy celebra Currita el suyo en el cole. Tenemos visita de unos clientes del Currante en Miami, por lo que ya hemos empezado a comer y a beber más de lo debido. Hay que hacer compras de última hora, que los encargos cada vez son mayores… Mañana fiesta de despedida con el equipo de fútbol de Currito y cena con vecinos. Pasado, volamos. Así que el tic tac, va a toda leche (que mi madre no me deja decir hostia).
Al llegar a España no bajamos el nivel: en cuanto ponga un pie en Madrid, vuelo a conocer a las preciosísimas mellizas que ha tenido mi amiga Mari Puri. Sábado, comida con la familia. Domingo, cena con compañeros del cole. Lunes, concierto. Martes, cena del primo Pikas. Miércoles, cumpleaños de Currita y Noche Buena. Jueves, Navidad. Viernes, palmo fijo...
Y si lo lees rápido, da un estrés que te mueres. Y seguro que cuando esté metida en ese jaleo, seguro, que habrá un momento en el que me acuerde de mi playa en Miami, del buen tiempo, de los paseos, de la vida tranquila… Y seré tan tonta que lo echaré de menos… Y entonces algún imbécil me dirá:
- A eso se le llama “síndrome del emigrante”, consiste en que ya no estás bien en ningún sitio. Ni en tu país de origen ni en el de acogida. Como la canción de Julito “No soy de aquí ni soy de allá”
Y yo responderé cabreada:
- ¡Y un huevo! Yo soy española.


Felices jaleos 


martes, 9 de diciembre de 2014

El regalo de Cecilia

A veces sueña que se sube en un avión y en 2 segundos supera las 10 horas de vuelo que la separan del país que la vio nacer. Esos días se levanta de mal humor. Cecilia no quiere volver a España.
Es asturiana, y aunque llegó a Miami sola, sin dinero, y enamorada hasta la médula de su jefe, dice que la vida le ha tratado mejor aquí.
El comienzo fue más duro de lo normal, sobre todo por la parte económica. Su primer trabajo fue colocar hamacas en la playa en un garito de moda, también hizo de mujer anuncio en un semáforo, de camarera y de payasa en fiestas infantiles. 
Hoy Cecilia es escritora. Escribe historias de amor, sólo historias de amor. Empezó regalándolas en la playa, así la conocí.

Una mañana, cuando tomaba el sol tumbada en mi toalla y escuchando música, me tocó en el hombro y me dio un papel. No presté atención porque pensé que era publicidad de cualquier fiesta de Miami. Pero no. 
Con una preciosa caligrafía, esto es lo que había escrito:

Si aún te recuerdo es porque tú aún me recuerdas. Porque sé que aunque tus noches no sean mías, tus pensamientos si lo son. Porque aunque tus manos toquen otras manos, prefieren las mías. Porque parte de tu esencia ya es mía para siempre. Aunque no me veas. 
Aunque duermas con otra compañía, siempre será la mía la que busques. Y si luchas contra ello, nunca alcanzarás la victoria. Porque la victoria soy yo, y yo ya no estoy. Que aunque aún te regale mi primer pensamiento todas las mañanas, nos separa un océano cada vez más grande y cada vez más frío. ¿Puedes verlo? Es azul.


Pocos días después la encontré en una terraza tomando una cerveza. No pude evitar acercarme y decirle lo mucho que me gustó su pequeña historia. Cecilia me sonrío y me dijo:
- ¿Me acompañas con la cerveza y te cuento el principio?










martes, 2 de diciembre de 2014

El tiempo perdido a su lado

Que soy una inadaptada en estas tierras es algo que ya sabemos todos. Pero todavía me ocurre -después de casi tres años aquí- que la gente no lo entienda y, sin comerlo ni beberlo, me vea dando explicaciones a alguien que me resbala, sobre lo bien que se come en España -no me vayas a comparar- o lo divertida y cercana que es la gente en mi querido país… Y sí, aún hay quien trata de descubrirme nuevos mundos a los que agarrarme -como la suerte que tengo de vivir una experiencia así, el bilingüismo de mis cachorros…- sin darse cuenta que esos mundos los descubrí hace la pera de tiempo y gracias a ellos sigo dando guerra.

Tengo comprobado que sólo hay un argumento con el peso suficiente como para que al mencionarlo se caiga por la borda cualquier bilingüismo, experiencia o pepinillos en vinagre: cada vez que menciono a Paquita. 
Cuando hablo de ella el mundo me entiende y dejo de sentirme una floja expatriada y desagradecida. Y es que pensar que hemos vivido a más de 7000 km de distancia los últimos tres años es una mierda de las grandes. Y perderme su mal humor todas las mañanas, sus miedos con los exámenes, su ilusión por un viaje, su pavo de veinteañera, su nuevo novio (o lo que sea), o sus ganas de comerse el mundo… A pesar de las buenas comunicaciones que disfrutamos hoy en día o de ese hilo invisible que siempre siempre une a una madre con su hija -estén donde estén- a pesar de eso, ay… ¡Es una tremenda mierda!

Así que, aquí dejo testimonio de que a veces las cosas no son lo que parecen y que por mucho bilingüismo y mucha experiencia que me ofrezca la vida en Miami, creo que nunca compensará todo lo que echo de menos a Paquita, ni el tiempo perdido a su lado. 

Y dicho esto, espero dejar de recibir charlas sobre adaptación en USA por favor.

Paquita dibujada por Currito



              





miércoles, 26 de noviembre de 2014

martes, 18 de noviembre de 2014

Mi madre, la abuela Uvita

- ¡¡Por fin te leo!!- me dice mi madre al otro lado del teléfono.
- ¿En serio? – digo sorprendida. Después de un año escribiendo, era la primera vez…
- Si, te leo. Los martes viene un amigo de Paquita a darme clases de internet.
- ¡Qué bien mamá! Y ¿te gusta? – pregunto algo intrigada.
- Claro bonita, si tú así te lo pasas bien…Ya he leído muchas historias de las que cuentas, pero ayer quise leer más y algo le pasó al ordenador que no me dejó…

La abuela Uvita (así la bautizó Currita hace unos años), o sea, mi querida mamá, tiene 82 primaveras y Facebook desde hace una semana. Está hecha una campeona, que los hay con 20 años menos que no saben ni mover el ratón.

Uvita antes de ayer
Hoy quería animarla a seguir en su empeño de aprender, aunque le cueste un horror. Seguro que en un par de clases más, lo domina. Y si no, igual en tres.
Así que querida mamá, aquí te dejo una canción para que la escuches, y de paso me dejes un comentario diciéndome lo mucho que me quieres y lo mucho que me echas de menos.

Mami: ¡qué te quiero!


(Y no me regañes por poner una foto tuya, es para presumir de la madre tan guapa que tengo)



https://www.youtube.com/watch?v=hXjLg5iflTw

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Sabia Currita

- Mami, ¿vamos a volver a España algún día?- pregunta Currito tirado en el suelo mientras contempla el techo.
- Claro Currito, volveremos a Madrid. Cada vez falta menos - le respondo.
Mientras, Currita nos observa desde el sofá muy atenta, con los ojos muy abiertos y desmontando galletas Oreo. 

Como veo que Currito no se ha quedado muy convencido con mi respuesta, me voy al suelo con él a mirar el techo, y entonces confiesa:
- Es que a veces me acuerdo mucho de Paquita y de los primos y de los abuelos y de mis amigos. Me gustaría estar allí…
- A mi me pasa lo mismo, Currito. A veces me gustaría mucho estar en España, pero cuando me pasa me pongo a pensar en la suerte que tenemos de estar aquí. Pienso en los nuevos amigos, en la playa, en el buen tiempo, en lo bien que has aprendido inglés, en tu equipo de fútbol…, y así se me pasa.

Y de repente Currita se levanta corriendo del sofá y aparece al ratito con la camiseta de la selección española puesta (al revés), un balón y dice:
- Vamoz Currito, yo juego contigo al fútbol. Azí ze te olvida Ezpaña y todo. Pero no me dez fuerte que me hazez pupa.
 Y así, me quedo sola mirando al techo, pensando en lo lista que es Currita y en la suerte que tengo…









jueves, 6 de noviembre de 2014

Luna llena

Después de la tempestad viene la calma. Detrás de las nubes: el sol. Que la felicidad es eso que pasa entre putada y putada. 
Cómo estamos hoy… No sé que pasa. No sé de dónde sale este mal rollo que se cuela por todos los rincones. Me siento como el culo. Si. De esas veces que te cuesta hacer todo. El Currante está de viaje, así que yo me lo guiso y yo me lo como todo. A veces con patatas y otras veces sin ellas. Qué ricas las patatas, eso sigue siento una alegría. Abrir una bolsa y zampártela entera.

El caso es que hoy he apurado en la cama hasta ese momento en el que sabes que como te quedes tirada un segundo más, los cachorros llegan tarde al cole. Así que nos ha tocado hacerlo todo a toda leche. Y eso da mucha pena. Porque mola más hacerlo tranquila, y disfrutar hasta de cuando Currita me dice que se beba el Cola Cao mi tía la del pueblo y Currito me cuenta por enésima vez cómo marcó su último gol… Hasta eso tiene que tener su encanto.

Y después de volar casi en pijama al cole, llego a casa, y como estoy sola pues me da más pena aún, y me entran unas ganas locas de meterme en la cama, pero como ya he tomado café no me voy a dormir ni de coña, así que me he puesto a escribir que dicen que es una buena terapia. Veremos que tal me sienta, porque si no me entiendo ni yo, no es justo pensar que lo vayáis a hacer vosotros. Digo yo. Aunque nunca se sabe, que puede que haya algún tarado que está peor que yo, y vá y me consuela.
También me he puesto canciones de esas que siempre me hacen bailar, pero nada. Me dan una pereza horrible.
Y de repente, cotilleando en Facebook me entero de que hoy hay luna llena. Ahora lo entiendo todo. La luna de las narices, que aparte de ser preciosa e inundar las calles de Miami Beach con el agua fétida de las alcantarillas, hay días que cambia mi estado de ánimo a su antojo. Y me digo:
- Ahí está la respuesta, eres una lunática.

Pero, ¿y ayer? ¿Qué pasó ayer? Ayer no hubo luna llena.