PUAGGGG. Así tengo que empezar a
escribir. Podré parecer exagerada pero en Miami no se come bien. Las cosas como
son. Y los españoles que anden por aquí saben bien de lo que hablo. Intentarlo,
lo intentamos, pero siempre son sucedáneos de la verdadera comida española.
Me gusta comer. Lo que sea,
porque gracias a Dior y creo que también a la genética, me gusta todo. Me
encanta salir a tomar cañas, o mejor, botellines de Mahou. Y tomar jamoncito o
unas patatas aliñás, o aceitunitas, lo que sea. Si estás en España seguro que
está rico.
Aquí no hay de eso. Algún sitio puedes encontrar pero no es lo habitual y te dejas una pasta. Y no se te vaya a ocurrir tirar el palillo al suelo. Que siiiii, que es una cerdada, pero es tan español…
Aquí hay montones de
restaurantes de los buenos buenos. De los de a 100 el cubierto y súper cocinero de moda a bordo. Y que quieres que te diga, aunque se come de miedo cada vez me dan mas pereza.
También hay montones de restaurantes
de los malos malos. Con perdón, pero manda narices que en cada esquina haya
algún lugar en el que te venden comida basura o chatarra como dicen por aquí
muchos. ¿De verdad no saben por qué hay tanta obesidad?
También hay una corriente muy
fuerte de comida sana, súper sana, súper biológica y súper mala que te cagas,
en algunos casos. Pongo un ejemplo: he visto a más de uno llegar con su ropa
deportiva ideal de la muerte, su súper cuerpo serrano y pedir que le hagan un
batido con: espinacas, remolacha, pimiento verde, apio, mucho apio y algo tipo
acelgas. Me lo bate por favor que va estar que te mueres. Crudo, sin un chirrín
de sal y mucho menos de aceitito. ¡Venga hombre! ¡Qué se lo beba tu tía la del
pueblo! Estos no se han enterado aún de cómo se hace un buen gazpachito.
Echo de menos el bareto de
siempre, el del hueso de aceituna y el palillo en el suelo. Y que el camarero
te diga al entrar:
- ¿Qué va a ser bonita? ¿Lo de
siempre?
Se me saltan las lágrimas…