martes, 27 de enero de 2015

Confirmado: soy mayor

Hace unos días fue el cumpleaños de un buen amigo de España, cuando le felicité, le mandé un tirón de orejas –en realidad le mandé 41, puesto que eran los años que cumplía- a lo que él respondió:
- Me quedo con la felicitación, que las orejas a mi edad ya se van dando se si…

¿Las orejas se dan de si? ¡¡¡¡Noooooo!!!!

Aunque me parezco mucho, no soy yo (por las dudas)

Y tras esa pregunta, me asaltaron un montón de ideas más por las que de repente, es un hecho que ya no soy una jovenzuela:
- Ya no me molesta que me llamen señora, incluso me puede llegar a molar.
- Miro el tiempo casi todos los días, y me gusta hablar de ello, a pesar de que aquí casi siempre es igual.
- Puedo dar fe de que la gravedad existe.
- Me preocupa todo lo que como (aunque siga comiendo lo que me dé la gana).
- Si me emborracho, o si tomo algo de alcohol, tengo resaca SIEMPRE. Y me refiero a resacas chungas, de las que duran el día entero o incluso varios días.
- Cada vez entiendo mejor a mi madre.
- Nunca me gustó el dulce y ahora no hago ascos al chocolate.
- No es justo seguir llamando “líneas de expresión” a lo que ya son arrugas como Dior manda.
- Veo a los hombres más guapos (el listón ha bajado considerablemente).
- Alejo un poco las cosas de los ojos para verlas bien.
- Hay modas que no entiendo (llevar los calzones por fuera del pantalón, por ejemplo).
- Puedo mirar horas el mar, y no hacer nada más (o la luna y las estrellas).
- Ya no me levanto de mal humor.
- Me siento rebelde si me pongo unos vaqueros rotos (conste que este punto me cuesta reconocerlo).
- Cada vez soy más nostálgica (no estoy segura que la nostalgia aparezca con la edad, o con el hecho de vivir fuera o con las dos cosas).
- De repente, ha pasado un año más.
- Un venazo espiritual me acompaña desde hace unos años. Veo amor y luz por todas partes.
- Hay pelos que han dejado de salir por algunos sitios para empezar a salir en otros.
- Mi sentido del ridículo casi se ha esfumado. 

Así que, lo asumo; soy una señora con sus arrugas como Dior manda y con poco sentido del ridículo, preocupada por la meteorología y por lo que se lleva la boca. Que a veces pierde la noción del tiempo mirando al mar o tomando copas con sus amigas Valle y More; aunque luego muera de resaca, aunque luego muera de nostalgia.

Pero por Dios ¡dejemos a las orejas tranquilas!








martes, 20 de enero de 2015

Malvada

Aquí, en Latinoamérica, aún son las 10 de la mañana. Tengo todo el día por delante. Y hoy vuelve a ser un día duro. Hace una hora y media que he dejado a Currita en su nuevo cole. Así, por las buenas. 
Acaba de cumplir 4 años y había que elegir entre dejarla donde estaba con niños más pequeños que ella, o cambiarla a uno con niños de su edad. Estaba claro. 
Estaba claro la semana pasada, hoy no. Hoy la hubiese dejado donde siempre, con sus amigos de siempre y sus profes de siempre. Sin llantos. Tan contenta como siempre.
Pero no. La he cambiado de cole.



Ahí se ha quedado la pobre… En brazos de una señora que no ha visto en su vida, con otros niños que tampoco ha visto nunca, llorando como loca y mirándome fijamente hasta que he salido por la puerta.
- ¡¡¡Mami no, mami no… !!! - decía sin quitarme ojo.
Joder… Que parecía que la estaba dejando en los brazos del mismísimo Hombre del Saco – que a mi me daba pánico de pequeña. Que mal rato… Y es que no me lo quito de la cabeza… Esa mirada pidiendo auxilio… Y yo pasando de ella...
Mala madre, mala madre, mala madre…
La excusa perfecta es que por fin es un cole americano, van a hablar en ingles el día entero… Pero es tan pequeña… Y yo tan malvada por dejarla allí…

¿Y si llamo a ver qué tal está? O mejor, me voy a buscarla. Bye.








martes, 13 de enero de 2015

Peldaño a peldaño

Tratando de buscar un significado a lo que desde hace ya mucho tiempo no lo tiene, me despisto como siempre canturreando. Ojo lo pesada que soy con las canciones. A la mínima estoy cantando lo que sea, y me desconcentro. Que yo lo que quiero es pensar un poquito y así no hay manera.
A lo que voy: tengo demasiadas cosas que resolver. Es enero y no me gusta nada este mes. Todo el mundo con la resaca de las navidades y como locos llenos de nuevos propósitos. Creo que es la peor época del año para plantearse cosas nuevas. Al menos yo, aún tengo los últimos gin tonics demasiado presentes como para poder rendir lo que me gustaría.

Una vez más estoy en el primer peldaño de una gigantesca escalera que me mira amenazante y con cara de:
 – No hay huevos…



Y la verdad es que no sé si hay huevos o no, pero me importa poco. Este año me lo planteo como un paseo. Voy a tratar de ir subiendo poco a poco, peldaño a peldaño. Y es muy probable que me pare en el tercer escalón porque me entre sed y me apetezca tomar una caña, y en el séptimo porque me encuentre con un buen amigo –que lleva ahí desde el año pasado- y me quede un par de días con él, y cinco más arriba porque quiera contemplar las vistas… Y no sé si llegaré hasta arriba, porque igual me entra vértigo y prefiero estar más cerca del suelo, o prefiero esperar y que me lleven de la mano…