Ayer
me despertó la alarma de incendios a las 4.30 de la mañana. Casi palmo del
susto, y no precisamente por miedo a que hubiese un incendio, si no por el
ensordecedor ruido que emite el cacharro.
Cada
casa tiene un altavoz en el techo del salón que suena como si se hubiese metido un camión de bomberos dentro, es una locura.
Como
decía, la alarma ha sonado a las 4.30; me he levantado, he visto que los cachorros
no se han inmutado, pasados 2 minutos ha parado y me he vuelto a la cama.
Hoy,
después de comer, ha vuelto a sonar, pero esta vez una señorita encantadora nos
ha comunicado que era una falsa alarma. Por si eres sordo o por si pretendías
echarte la siesta ha tenido la delicadeza de repetirlo tres veces en dos idiomas (estilo aviso de aeropuerto, para que os hagáis una idea).
Todo
esto me ha hecho recordar cuando acababa de llegar a esta casa y también un medio
día la alarma de incendios empezó a sonar. Estábamos Currita y yo solas.
La pobre Currita dormía, y yo me asusté de verdad (no como ahora que me resbala). De repente me vi como en “El
Coloso en llamas”, siendo salvada por un helicóptero después de haber estado
a punto de morir a la parrilla… Pelín exagerada, vale.
Salí por patas, cogí a Currita en brazos, y me dispuse a obedecer las ordenes que la encantadora
señorita nos daba por megafonía: salgan
de sus casas, abandonen el edificio, no utilicen los ascensores, hay una alarma
de incendios en el edificio.
Este
mensaje lo repetía una y otra vez en dos idiomas y con el sonido de una sirena
de fondo. Para cagarte de miedo, os lo aseguro.
Al
salir no olía a quemado ni pude ver humo, tampoco vi ningún vecino fuera. Pero
yo, me dispuse a bajar las 24 plantas que me separaban de la
salvación, andando. Así que empecé, un piso, y otro, y otro más, y otros 5 más, y otro más… De vez en cuando me asomaba
a los ascensores por ver si veía a alguien, pero estaba más sola que la una. Sí,
me mosqueaba pero yo tenía que llegar abajo y salvarnos. Las 10 últimas platas
creí morir. Currita pesaba un huevo y medio y yo estaba bajo cero en forma
física. Cuando por fin parece que llego al final, en la
plata cuarta más o menos, vuelvo a escuchar a la encantadora señorita, esta vez
con otro mensaje:
- Ha
sido una falsa alarma, pueden volver a sus casas.
Me
senté en las escaleras, abracé a Currita y me sentí la mujer más gilipollas del
mundo.
Estoy
segura que aquel día una servidora y su hija fuimos las únicas que movimos el
culo de nuestra casa.
Y os
aseguro que desde aquella vez, si suena la alarma, (que suena una vez al mes
mínimo), espero, espero, espero y al final siempre la encantadora señorita me
dice que no haga ni puto caso. Y yo, obedezco.
Jajaja... Como son los guiris de paranoicos con los simulacros...me imagino la misma situacion en una comunidad de vecinos española... Al segundo simulacro queman los altavoces ......
ResponderEliminar¡O los arrancan!
EliminarNiña haz el favor de hacer caso alas alarmas!! Parece mentira… En casa de herrero cuchillo de palo no? Anda que...
ResponderEliminarVale, algo de razón tienes...
Eliminar¿Conoces a la encantadora señorita?
ResponderEliminarNo, me puedo imaginar quién es, pero no lo tengo muy claro… Desde luego el español lo habla fatal!!
EliminarPero en qué planta vives? Menudo porrón de escaleras..
ResponderEliminarUna 24, un infierno bajar andando...
EliminarJaja, Curra ,ahora nos da risa , pero puedo sentir lo que sentiste ese día , una mezcla explosiva de incredulidad e impotencia , además sola con la niña , ¡Qué horror!. Pero...¡Qué pasa con esa alarma! Un día va a suceder de verdad y nadie va a salir . Mi tía en su casa también tiene una alarma encima justo de los fuegos de la cocina , nada más hace un poco de humo y venga a sonar..jajaja.
ResponderEliminarSinceramente creo que lo que ocurre es que es hipersensible, y con que hagas una gota más de humo al cocinar te la lía y se pone a sonar como si hubiese un súper incendio. Eso es todo. Así que de momento, yo me asomo y si no huelo a humo no me muevo.
EliminarUn beso!