- ¡Mami,
mami, miraaaa! – grita Currito desde el quinto pino.
Yo, tumbada boca abajo tratando de ligar bronce, agusto agusto, me hago la sueca.
Vuelvo a oír:
Vuelvo a oír:
- ¡Mamiiiiii!
¡Miraaaa, es una botellaaa!
Al
momento, imagino el peligro como madre histérica que soy. ¿Ha dicho botella? ¿Ha
dicho cristal? ¿Ha dicho rota? ¿Ha dicho, me voy a hacer un corte horrible y me
vas a tener que llevar al hospital?
No.
Sólo ha dicho: botella. Da igual. Me levanto dando un salto y veo a Currito con
una botella llena de mugre y sí, de cristal.
- ¿Qué
haces con eso Currito? Vamos a tirarlo a la papelera. ¿No ves que es de
cristal, se puede romper y te puedes cortar? – le digo mientras me sacudo la
arena.
Y
vuelvo a imaginarlo con 32 puntos en su bracito.
- ¡Qué
no mami! ¡Qué tiene algo dentro! - me insiste emocionado.
- Pues
con más razón, hijo. ¡¡Qué asco!!
Quería volver a aplastar mi oreja en la
toalla y para eso tenía que deshacerme de la dichosa botella lo antes posible.
- Trae,
anda – le digo mientras se la quito y compruebo que efectivamente, la historia
acababa de empezar.
La
botella tenía algo dentro. Y yo, lejos de cualquier romanticismo sólo pensaba
en ser práctica. Había que romperla y ver que mierda contenía.
-
Vamos mami, vamos - me animaba Currito - Hay que buscar una piedra y romperla, a
lo mejor tiene un mapa de un tesoro…
A
ver ahora de dónde saco una piedra, y a ver ahora dónde rompo la dichosa botella
para no cortarnos… Por suerte ese día había poca gente en la playa y al menos
no tenía que montar un numerito. Así que nos alejamos de la orilla y con más
miedo que vergüenza, golpeé la botella contra una papelera hasta hacerla añicos. Currito no pudo evitar coger el papel que había caído de dentro y abrirlo.
- Mami,
es una carta – decía con la mirada llena de ilusión.
- A
ver trae, y cuidado con los cristales (coño, que obsesión).
"Buscad arrecifes y cosas que brillen, nadad con otros peces que conozcan nuevas rutas, atentos a la música eléctrica de las focas y a las crestas de las olas, y a las resacas y a los rayos de sol y a todas las estrellas. Nadad más y más. Practicad un poco más. Practicad en aguas dulces.
Dentro de un tiempo, os echo una carrera."
Me encantó. Me emocionó. A Currito no tanto. Su plan de buscar un tesoro se había esfumado. Pero a cambio le propuse devolver la botella al mar. Una botella con un mensaje suyo y uno mío. Desde la costa de Miami a la de Cádiz por ejemplo. ¿Llegará?
Para que luego digan que tirar basura al mar esta feo. Que reciclaje ni reciclaje!!! Maldigo la evolución!!!
ResponderEliminarHombre… Tampoco es eso… Que una cosa es una botella con un mensaje precioso y otra muy distinta la que hay liada en el fondo del mar… Un asquito y una penita...
EliminarTe lo has inventado no?
ResponderEliminarYo? Jamás!!
EliminarQué chulo :-)
ResponderEliminarGracias!!
EliminarComo mola.Parece escrito por algún ser del fondo del mar con talento para la poesía.
ResponderEliminarNos dejas con la curiosidad de que pusisteis en vuestros mensajes.
Me voy a Cadiz a ver si llegan........
MIL besos
nnn
Corre vete pa Cai y así lo sabrás!!
ResponderEliminarOtros mil besos pa ti
A veces, las mejores cosas suceden. Solo es necesario tener la suerte de vivirlas o de imaginarlas.
ResponderEliminar¡Ay que bonito lo que dices Ramón!
EliminarQue bonito,de verdad...? Todavia hay alguien que tire una botella al mar con algo tan precioso?
ResponderEliminarQue bonito!!!! de verdad.....?Todavia hay gente que tira una botella al mar con ese mensaje tan bonito.Que alegria!!!
ResponderEliminarDe verdad.
EliminarAsí de bonito fue.
Gracias!