martes, 18 de febrero de 2014

Flamingo Park

Es así, siempre ha sido así. En Madrid, en Miami y en la Conchinchina. No me gusta ir al parque.
No soy la típica mamá entregada que se sube por los toboganes, se columpia o que organiza cualquier juego con los niños y ella se incluye en el asunto. No. Yo voy al parque en busca de conversación. Conversación con otra mamá, por teléfono, con una ardilla o si me apuras con una iguana. Porque aquí, en los parques hay iguanas. Son así de encantadores…
Y he de reconocer que son increíbles; montones de columpios bajo las sombras de imponentes árboles. Hierba y más hierba, palmeras, piscina, paseos para bicis, tenis, baloncesto, fútbol. Impresionante, de verdad. 
Pese a todo, a mi me basta con un banquito desde el que mirar de reojo a los cachorros y una oreja dispuesta a escuchar.

Por suerte, no tardé en conocer a varias mamás. De Argentina, de Uruguay, de República Dominicana, de México, de aquí… Ellas llevan en Miami la torta de años y ya saben como montárselo. Las de Argentina y Uruguay se preparan su mate, traen galletas (que siempre, siempre, se termina comiendo Currita), algún puchito y a rajar como cotorras. ¡El paraíso!

La primera que conocí fue a la tía loca de Argentina. Su hija y Currito iban juntos al cole, y pronto tuvimos tema de conversación. La verdad es que gracias a ella dejaron de ser un infierno mis tardes en el parque, porque al principio, me cortaba las venas. Pasaba el rato detrás de los cachorros, mirando el reloj cada segundo y medio e invocando al dios de la lluvia, que aquí te suele hacer caso, para que diluviara y nos tuviéramos que pirar a casa. Cualquier excusa servía para largarse. 
Después, conocí a mi futura consuegra de Uruguay. Si si, mi futura consuegra. Entre Currito y la princesa que tiene por hija hay tema. Aunque ella le maltrata con su indiferencia y presume de que le gustan otros, Currito deja de pestañear cada vez que aparece en el parque con su larga melena rubia. Estoy segura que cuando sea mayor se acordará de ella. Mi niño…

Así que, por fin, mis tardes en el parque se pasan volando. Pena que no me guste el mate. Ni con azúcar.

10 comentarios:

  1. Tienen que ser preciosos los parques por ahí... el que tenemos aquí en el pueblo es una penita... y casi todas las madres prefieren uno que es aún peor... de cemento con cuatro juegos para los niños... ¿Para qué árboles? Creo que hay unos cuantos rosales y ya.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aquí son impresionantes, esa es la verdad. Estos gringos lo hacen todo a lo grande!

      Eliminar
  2. Será que conozco a "la tía loca de Argentina"???
    O hay una que conozco, que se ajusta perfectamente a la descripción!

    Muy divertida la nota!
    Saludos!

    ResponderEliminar
  3. A mi nunca me han gustado los parques porque me aburría como un hongo pero iba por lo bien que lo pasaba Mini Yo. Tengo pendiente un post sobre ello.
    Besos

    ResponderEliminar
  4. Aquí hay un parque, justo al lado de casa que me encanta, tiene columpios para los niños, una zona de tierra y otra zona de cesped y árboles...Ayyyyy
    pero a mí tampoco me gustan los parques y aquí no hay argentinas, uruguayas, ni dominicanas...son todas más sosas!!!

    Besosssssss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que buscarse algún entretenimiento… lo que sea, unas pipas por ejemplo, musiquita… ALGO!!

      Eliminar
  5. Pues me iba yo, mate en brazo, a charlar contigo a los parques y nos pasaban las semanas para ponernos al día! Por lo que leo Kalén se engancha con CUrrita, fijo

    ResponderEliminar