Es así, siempre ha sido así. En
Madrid, en Miami y en la Conchinchina. No me gusta ir al parque.
No soy la típica mamá entregada
que se sube por los toboganes, se columpia o que organiza cualquier juego con
los niños y ella se incluye en el asunto. No. Yo voy al parque en busca de
conversación. Conversación con otra mamá, por teléfono, con una ardilla o si me
apuras con una iguana. Porque aquí, en los parques hay iguanas. Son así de
encantadores…
Y he de reconocer que son
increíbles; montones de columpios bajo las sombras de imponentes árboles. Hierba y más hierba, palmeras, piscina, paseos para bicis, tenis, baloncesto,
fútbol. Impresionante, de verdad.
Pese a todo, a mi me basta con un banquito desde el que mirar de
reojo a los cachorros y una oreja dispuesta a escuchar.
Por suerte, no tardé en conocer
a varias mamás. De Argentina, de
Uruguay, de República Dominicana, de
México, de aquí… Ellas llevan en Miami la torta de años y ya saben como montárselo.
Las de Argentina y Uruguay se preparan su mate, traen galletas (que siempre,
siempre, se termina comiendo Currita), algún puchito y a rajar como cotorras. ¡El paraíso!
La primera que conocí fue a la
tía loca de Argentina. Su hija y Currito iban juntos al cole, y pronto tuvimos
tema de conversación. La verdad es que gracias a ella dejaron de ser un infierno
mis tardes en el parque, porque al principio, me cortaba las venas. Pasaba el rato detrás de los cachorros, mirando el reloj cada segundo y medio e invocando al dios de la lluvia, que aquí te suele hacer caso, para que diluviara y nos tuviéramos que pirar a casa. Cualquier excusa servía para largarse.
Después, conocí a mi futura consuegra de Uruguay. Si si, mi futura consuegra. Entre Currito y la princesa que tiene por hija hay tema.
Aunque ella le maltrata con su indiferencia y presume de que le gustan otros,
Currito deja de pestañear cada vez que aparece en el parque con su larga melena
rubia. Estoy segura que cuando sea mayor se acordará de ella. Mi niño…
Así que, por fin, mis tardes en el parque se pasan volando. Pena que no me guste el mate. Ni con azúcar.
Tienen que ser preciosos los parques por ahí... el que tenemos aquí en el pueblo es una penita... y casi todas las madres prefieren uno que es aún peor... de cemento con cuatro juegos para los niños... ¿Para qué árboles? Creo que hay unos cuantos rosales y ya.
ResponderEliminarAquí son impresionantes, esa es la verdad. Estos gringos lo hacen todo a lo grande!
EliminarSerá que conozco a "la tía loca de Argentina"???
ResponderEliminarO hay una que conozco, que se ajusta perfectamente a la descripción!
Muy divertida la nota!
Saludos!
Con ese apellido que tienes, seguro!!!
EliminarGracias!!
A mi nunca me han gustado los parques porque me aburría como un hongo pero iba por lo bien que lo pasaba Mini Yo. Tengo pendiente un post sobre ello.
ResponderEliminarBesos
Son un horror!!
EliminarEscribe, escribe, que te leeré.
Beso!
Aquí hay un parque, justo al lado de casa que me encanta, tiene columpios para los niños, una zona de tierra y otra zona de cesped y árboles...Ayyyyy
ResponderEliminarpero a mí tampoco me gustan los parques y aquí no hay argentinas, uruguayas, ni dominicanas...son todas más sosas!!!
Besosssssss
Hay que buscarse algún entretenimiento… lo que sea, unas pipas por ejemplo, musiquita… ALGO!!
EliminarPues me iba yo, mate en brazo, a charlar contigo a los parques y nos pasaban las semanas para ponernos al día! Por lo que leo Kalén se engancha con CUrrita, fijo
ResponderEliminarVente pacá!!!!
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