martes, 29 de marzo de 2022

La Masía de Gracia

Ayer quedé con mi amiga Gracia a beber champán, ¿os acordáis de ella? Os lo recuerdo: https://mamacurra.blogspot.com/2022/02/gracia.html?m=0

Me encanta escuchar sus historias, mirad todo lo que me contó:

Mi padre construyó una casa en la sierra de Madrid preciosa. Tenía jardines, piscina, pista de tenis para montar en bici y un estanque lleno de peces de colores. Hubo que venderla porque de tanto usarla estaba hecha una pena, y ninguno queríamos gastarnos el dinero en reparaciones. Ahora hay una urbanización de adosados que se llama igual que la casa: La Masía. Una pena, pero así es la vida...

La Masía era la casa más popular del pueblo, como éramos tantos hermanos siempre parecía que había fiesta del alboroto que hacíamos.

Me encantaba meter las piernas en el estanque con la intención de convertirme en sirena. Una vez lo conseguí. Aunque nadie me creyó, fui sirena durante al menos 10 minutos. Luego no sé que pasó que volvieron a salirme las piernas de siempre, tal vez con más pelos de lo normal. Después de esto decidí depilarme por primera vez.

A mi padre siempre le gustó tener la casa llena de gente e invitaba a todo el que podía. A veces éramos tantos que la gente hacía cola para entrar. Estar en esa casa era diversión asegurada. Había partidas de mus, clases de salsa, concursos de croquetas, partidos de tenis y carreras de bicis o de natación. Saltos desde el trampolín de la piscina y pesca en el estanque (podías pescar si devolvías el pez). A veces mi padre enseñaba a los mayores de 16 años a fumarse un puro y echar el humo haciendo aros.

Mi madre se solía cansar de tanto jaleo y se encerraba en su cuarto a leer. Un verano llegó a leer 300 libros o más.

Una tarde mi padre quiso trasladar la bodega al interior de la piscina, y decidió tirar las barricas llenas de vino al agua. Creo que fue cuestión de segundos que el agua azul turquesa se tintara de vino. De repente, saltó al agua como un loco gritando que por fin iba a cumplir su sueño de bañarse en vino español (en vino francés sí que lo había hecho). Se corrió la voz por el pueblo y aquel verano hubo más gente de lo normal, porque todos querían tener la experiencia de bañarse en vino. Tuvimos que meter dentro de la piscina las sillas y mesas del jardín para estar más cómodos y así continuar con el campeonato de mus.

Me gusta recordar esos veranos en los que solo importaba pasarlo bien. Lo único malo era que siempre había que levantarse temprano y yo odio madrugar. A mis padres no les gustaba que hiciéramos el vago, así que a las 8.30 de la mañana ponían el Vals de las flores de Tchaikovsky tan alto que también servía de despertador a los vecinos. Cuando ponían el vals tenían asegurado el buen humor de la mayoría. Nos levantábamos bailando unos con otros. A mí me encantaba que me tocara con mi hermano Fermín, porque me levantaba por el aire y me hacía volar. Aún lo hace cuando me ve, aunque ahora somos del mismo tamaño. Me coge en brazos, da vueltas, río sin parar, y recuerdo cuando era niña y él un guapo jovencito. Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. A veces lo creo, sabes Curra, y entonces me emborracho con champán y se me pasa.

- Dos copas de champán por favor.




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